Tercera edad




Como vivir la tercera edad en plenitud




Vivimos todas las etapas de nuestra vida con más o menos consciencia y con inconsciencia, o con un poco más de lucidez, llega un momento en que sentimos que entramos en una etapa temida y sin embargo en alguna manera deseada, todos deseamos vivir muchos años, a la que llamamos vejez.

Esta palabra en nuestra civilización, el llegar a la tercera edad, solo tiene connotaciones negativas porque a ella se asocian la enfermedad, la decrepitud y finalmente, la muerte. Sin embargo, en otras sociedades “menos civilizadas”, a los viejos se les llama ancianosy ocupan puestos sociales privilegiados.

Estas dos maneras tan diferentes de entender este periodo de la vida, nos invita a considerar que hay dos formas sociales de ver, evaluar, posicionar e integrar a las personas a medida que cumplen años:

- En algunas sociedades que llamamos “primitivas”, no se discrimina a ninguna persona por el hecho de tener más edad, ni se considera que por ello tengan menos capacidades, porque se aprovecha en bien de la sociedad la experiencia y sapiencia de esas personas.

- En nuestra sociedad moderna y “avanzada”, hay una programación de vejez que se establece a una edad determinada y a la que es difícil sustraerse porque en todos los ámbitos sociales en los que nos movemos, nos lo recuerdan continuamente.

Así que convivimos con esa programación desde que somos niños y crecemos escuchando a las personas de nuestro alrededor frases como: “a mi edad…”, “ya tengo tal dolor, tal achaque”, “ya no puedo”, “para qué voy a hacer tal cosa”, entre otras, y sin darnos cuenta, nos marginamos de la vida y la vida entonces nos deja fuera.

Con sorpresa para algunos de nosotros, llega un momento en que sentimos que es cierto, que es irremediable, que estoy envejeciendo.

Hay dolor y sobre todo mucho miedo. Miedo a la incapacidad, a la pérdida de las capacidades físicas y mentales, a la muerte; en ese estado de ansiedad y de gran dolor emocional, cada cosa que nos pasa, (que probablemente nos está pasando desde hace años), cada arruga nueva que nos vemos, cada dolor que sentimos, la asociamos con:

“¿Lo ves? Es cierto, ya estás empezando a ser vieja, ya estás cruzando la frontera que te separa de una vida activa, con proyectos, con ilusiones, a la vida de resignación, de apatía, de refugiarte en un pasado porque ya no hay futuro para ti”.

Llegado este momento en el que sentimos quizás por primera vez en nuestra vida, que la vejez está ahí también para nosotros. Lo primero que debemos hacer es cambiar nuestros registros mentales, porque:

Mientras estamos vivos podemos aprender, descubrirnos y aprovechar cada día lo aprendido.



Mientras estamos vivos, tenemos nuestra energía interna a disposición de nuestro cuerpo para sentirnos vitales.



Mientras estamos vivos, tenemos recursos físicos, emocionales, mentales, y de salud, para que nuestra vida siga siendo enriquecedora.

Por tanto; es importante que al término vejez o tercera edad, le demos un significado más amplio y más esperanzador, para que lo acoplemos a nuestro cuerpo con sabiduría, viviendo y avanzando hasta el último momento, cada uno según su capacidad.

Cambios en tu forma de pensar:

Tienes que tener una mente abierta y expectante, con nuevas ideas para no quedarte paralizado en el pasado, en lo que fue o pudo ser.



No te puedes permitir tener tu mente llena de recuerdos ya que entonces estarás muy limitado para poder acceder a nuevos conocimientos que te van a ayudar a vivir de forma más activa tu día a día. Para ello es importante que te plantees pequeñas metas cada día y pongas todo tu empeño en cumplirlas, porque así cuando te metas en la cama por la noche, te sentirás satisfecho de haber cumplido tu objetivo.



Procura desechar los pensamientos de “estoy mayor”, “ya no puedo”, “ya no me toca”… porque son un gran obstáculo para avanzar.

Pautas corporales:

Cuida de tu cuerpo físico, dando importancia a los aspectos de la salud corporal y a tu imagen, poniéndote ropa con la que te sientas a gusto, maquillaje, adornos, porque a cualquier edad podemos sentirnos bellos si nos tratamos bien y nos mimamos.



Cuida tu salud emocional; para ello es conveniente que hables con alguien de lo que te preocupa, te angustia y te estresa, o al menos escríbelo en un papel y tíralo a la basura. Después respira profundamente, verás cómo te sientes aliviado.




Haz algún ejercicio físico porque nuestro cuerpo necesita moverse para así generar la energía que necesita. Caminar veinte minutos al día puede ser suficiente para empezar, lo importante es dejar la rutina. Te ayudará a descargar tu mente y a relajar tu cuerpo.




Procura ponerte colores diferentes cada día. Mira a ver qué color te apetece, este será el mejor para ti. Si estás desanimado, ponte colores vivos porque subirán tu ánimo.



Nuestro cuerpo necesita también estímulos diferentes, por ello la alimentación debe ser variada, carne, pescado, pasta, diferentes frutas y verduras, todo ello cocinado de formas distintas y procura cambiar el color de los platos, los vasos, los manteles. Es una forma más divertida de comer y nos conecta con el color y la variedad de la vida.

A medida que vayas haciendo estos pequeños cambios te vas a sentir mejor contigo y eso te va a llevar a tener una vida más saludable, tranquila y activa.

Basado en el ensayo de María Gemma: “Miedo a la decrepitud de la vejez, a la enfermedad y a la muerte”.



María Gemma Saenz







Actualmente debido al desarrollo de la ciencia y la técnica aumenta la esperanza de vida al nacer y con ello el envejecimiento poblacional. Las representaciones que socialmente se tienen de la vejez, así como los cambios físicos y psíquicos que se producen hacen que el adulto mayor se sienta muchas veces alejado de esa sociedad que un día dirigió y construyó, y que aparezcan sentimientos de inutilidad y vacío existencial. La educación en el adulto mayor resulta un proceso saludable y que contribuye a trabajar en base al autodesarrollo, las potencialidades, la autovaloración, el autoconocimiento, todo lo referente a la esfera cognoscitiva y afectiva, propiciando bienestar en el anciano y viéndose como una necesidad de primer orden en nuestros días.




Palabras claves: representaciones sociales, educación, envejecimiento, adulto mayor, autodesarrollo, autoconocimiento, autovaloración.


Introducción


El mundo de hoy se desarrolla vertiginosamente, se presentan avances en la ciencia y la técnica, la medicina, la industria y esto es un aliciente para aquellos que desean vivir más, de hecho la esperanza de vida al nacer ha aumentado y por consiguiente cada día aumenta el envejecimiento poblacional.


Dada las dimensiones de este fenómeno el incremento de la ancianidad se ha calificado de epidemia moderna, término que muestra la representación que prima acerca de la tercera edad, la vejez no es sinónimo de plaga ni de enfermedad, el anciano constituye parte importante de la sociedad.


Podemos darnos cuenta que el fenómeno del envejecimiento resulta un campo interesante para la investigación. Qué experimentan las personas en esta etapa de la vida, cómo estimularlos, viendo el envejecimiento como un proceso inherente al hombre que ocurre a lo largo de la vida pero que requiere deatención debido a los cambios que se producen y a las representaciones que se tienen de la vejez.


Aflora, entonces, un término importante y es el de educación, las posibilidades que tiene el anciano en esta etapa de la vida contrarrestando cualquier posición desesperanzadora en cuanto a lo que vejez significa, a lo que dedicaremos el presente artículo.


La tercera edad. Algunas características de la etapa.


La vejez es un proceso de cambios determinados por factores fisiológicos, anatómicos, psicológicos y sociales.


La mayoría de las definiciones sobre la vejez enfatizan el aspecto biológico y plantean que es: " un proceso progresivo desfavorable de cambio a nivel fisiológico y anatómico, producto del paso del tiempo y que concluye invariablemente con la muerte"


Para el psicólogo esta definición resulta restringida, pues su interés va más allá de considerar la vejez como una serie de fenómenos conductuales limitantes, o una mayor probabilidad de muerte.


Tradicionalmente la edad cronológica ha constituido el parámetro que determina el inicio de la vejez y se refiere a la edad calendario o número de años que un individuo ha vivido. Sin embargo, esto no constituye el mejor parámetro para determinar cuán productivo y capaz puede ser un sujeto tanto para sí mismo como con su familia y la sociedad.


En los ancianos se puede detectar diferencias individuales debido a características de la personalidad y acentuados por el cúmulo de experiencias de cada cual.


En la vejez se da una reducción de la capacidad funcional del individuo. Puede encontrarse declinación en funciones intelectuales tales como: análisis,síntesis, razonamiento aritmético, ingenio e imaginación, percepción y memoria visual inmediata.


Es importante hacer notar, que el anciano presenta menor deterioro de sus facultades intelectuales siempre y cuando se mantenga activo y productivo, cualquiera que sea la actividad laboral que realice.


En el anciano se incrementa el temor a lo desconocido, porque tener conciencia de las crecientes pérdidas físicas e intelectuales le produce un gran sentimiento de inseguridad. Estos son agravados por pautas culturales que los ubican en una posición desventajosa con respecto al adulto joven, determinando los roles que deben desempeñar.


Otras reacciones negativas que puede sufrir el anciano ante la angustia y frustración provocadas por las pérdidas son la depresión y regresión. La depresión no es necesariamente un síntoma de envejecimiento pero se relaciona con el ámbito social estrecho en que vive el anciano, el cual lo conduce al aislamiento. Esto no se debe necesariamente a que el anciano viva solo, sino a que se le dificulta entablar nuevas relaciones significativas y algunas veces se presenta una rigurosa resistencia a abordar nuevas amistades.


Si bien es cierto que todas las edades son portadoras de opiniones sociales, sin dudas la Tercera Edad constituye una etapa de la vida muy influenciada, más bien determinada por la opinión social, por la cultura donde se desenvuelve el anciano. Hasta hoy día la cultura, de una forma u otra, tiende mayoritariamente a estimular para la vejez el sentimiento de soledad, la segregación, limitaciones para la vida sexual y de pareja, y de la propia funcionalidad e integración social del anciano.


Se ha llegado a considerar además, que los elementos conformadores de identidad son tomados generalmente de los prejuicios negativos que la cultura como tendencia, ha reservado para la vejez. "Soy viejo porque ya me queda menos, soy inútil, incapaz, retirado, final."


Un resultado de depresión e inseguridad puede ser el intento del anciano por regresar a etapas anteriores de la vida. La persona dependiente e insegura en momentos de tensión tenderá a regresar a conductas infantiles y a no realizar esfuerzos constructivos para resolver los problemas.


El anciano experimenta una necesidad creciente de seguridad, en un momento de la vida en que los recursos físicos y psicológicos están en rápida decadencia. Existe un sentimiento de impotencia para satisfacer las necesidades, lo cual le provoca frustración, miedo e infelicidad.


Aún cuando el anciano evita establecer relaciones afectivas estrechas, intensifica sus vínculos con la familia cercana. Esta representa la fuente principal de ajuste socio-psicológico en el proceso de envejecimiento, debido a que es el medio que ofrece mayores posibilidades de apoyo y seguridad.




El anciano debe valorarse como un individuo que posee un cúmulo preciado de experiencia que puede trasmitir a los jóvenes en el interactuar diario. Debe dársele la oportunidad de seguir siendo parte del sistema productivo en actividades que le permitan sentirse útil.


La familia como red social primaria es esencial en cualquier etapa de la vida, es "el primer recurso y el ultimo refugio." La familia como grupo de intermediación entre el individuo y la sociedad, constituye un determinante importante para el presente análisis de la Tercera Edad.


Con relación a la vejez como última etapa, habría que incluir los principales eventos que los autores han descrito para la misma, a saber: la viudez, la abuelita , el papel de los cuidadores del anciano y del anciano como cuidador, la jubilación, y la muerte.


De los cambios mas universales, el anciano de hoy se queja de su falta de autoridad, en el núcleo familiar dado por la independencia que van tomando los hijos, la dependencia económica del anciano hacia ellos, la imposibilidad muchas veces de realizar todas las actividades hogareñas que antes realizaba, entre otros factores.


Uno de los cambios desde el índole social que ocurren en la vejez es la jubilación. Al hombre jubilado le es mas difícil reencontrarse en el hogar, y en muchas ocasiones aparecen vivencias de soledad y de perdida de lugar. La mujer jubilada continúa su rol doméstico que antes compartía con el laboral social y vivencia como un cambio transicional más natural, la pérdida de su status social y su estancia a tiempo completo en el hogar. La jubilación constituye entonces un evento vital a considerar por la familia.


Representaciones sociales de la vejez e imagen de sí en el adulto mayor.


La vida de cada persona se enmarca y condiciona por la circunstancia histórico social en que le ha tocado vivir. Nadie vive desligado de la sociedad sino que está adscrito a un grupo, organización.


El concepto de representación social se encuentra entre los más apropiados al analizar la subjetividad humana.


Según Moscovici (1986) las representaciones sociales no serían opiniones sobre, ni imágenes de, sino más bien teorías de la ciencia colectiva sui géneris, destinadas a interpretar y construir lo real. Lo que se recibe, se reelabora y evoluciona para convertirse en un conocimiento que se utiliza en la vida cotidiana.


Las representaciones sociales son las formas del sentido común. Ellas tienen características específicas: el carácter social de su génesis, el hecho de que es compartido ampliamente y distribuido dentro de una colectividad.


Si se realiza un análisis de diferentes investigaciones que tienen de base la representación social de la vejez como las de Crespi Martins (1997) sobre la representación social acerca de la naturaleza de la vida cotidiana en la vejez, o las de Illhard (1997) sobre el viejismo en tanto prejuicios hacia las personas ancianas, puede notarse que prima una representación generalmente negativa de la vejez, cuanto más ambivalente, pero primando lo pesimista.


Esta representación que la sociedad tiene de la vejez es prejuiciosa y tiene una connotación negativa.


Analicemos, el sujeto en su interacción con el medio es activo, sin embargo la influencia que este ejerce sobre él tiene una enorme connotación si se analiza la representación que socialmente se tiene de la vejez, no resulta imposible encontrar ancianos optimistas y que ven la vejez como una etapa importante en sus vidas, pero para nada podríamos asombrarnos de que pueda existir un predominio de una autovaloración pesimista en la tercera edad, debido a que al estructurarse una representación a nivel social del término vejez que contenga aspectos negativos, innegablemente van a existir un abundante número de contextos de interacción donde el anciano va a entrar en contacto con comportamientos, actitudes, valoraciones, juicios que llevan implícitos esas ideas, tanto en la familia, comunidad, hospitales, en fin a nivel social, sin negar como habíamos dicho anteriormente el carácter activo del sujeto en la interiorización de los fenómenos del medio social.


La imagen de sí mismo es un aspecto importante en relación con la salud y el bienestar humano, la imagen de sí mismo como personalidad y lo que se refiere a la autovaloración.


Fernando González Rey plantea: " Desde nuestro punto de vista la autovaloración es un subsistema de la personalidad que incluye un conjunto de necesidades y motivos, junto con diversas formas de manifestaciones conscientes, la forma esencial en que se manifiestan los elementos integrantes de la autovaloración es un concepto preciso y generalizado del sujeto sobre sí mismo que integra un conjunto de cualidades, capacidades, intereses que participan activamente en la gratificación de los motivos integrantes de la tendencia orientadora de la personalidad, o sea, que están comprometidos en la realización de las aspiraciones más significativas de la persona. En este sentido el contenido de la autovaloración está emocionalmente comprometido con las principales necesidades y motivos de la personalidad y constituye expresión de los mismos."


Los hechos vitales que afectan la autovaloración de la persona producen emociones negativas muy fuertes que se equiparan y sobrepasan en ocasiones a las vivencias negativas de carácter físico.


Si se tiene oportunidad de conversar con ancianos son recurrentes las expresiones que enaltecen el pasado y oscurecen el presente tales como: " Antes cuando yo era joven… ahora que ya no sirvo para nada" , mientras que el futuro parece olvidado. En estudios realizados a adultos mayores se ha analizado que en técnicas proyectivas como el Rotter se presentan frases como : " Mi preocupación principal mi salud, si no hay salud no hay nada", "Sufro mucho", " ¿Mi futuro?...Yo soy el presente, la tercera edad es lo de ahora…en el futuro mis hijos que vivan bien. Sabemos que no somos eternos "


La representación que socialmente se tiene de la vejez influye en la actitud que se asume ante el anciano.


Las actitudes de personas hacia ellos, que pueden ir desde fomentar su dependencia hasta no hacerle mucho caso porque "está hablando demasiado sobre sus fantasías y experiencias de la infancia o juventud" debido a esa adquisición que aparece en la vejez de legar al otro, de autotrascender, influye en la imagen que el anciano construye de sí mismo, el cual al mirarse frente a un espejo nota sus arrugas, su piel menos brillosa, sus cabellos blancos.


La educación en la vejez, necesaria


Si se analizan los términos de envejecimiento normal y envejecimiento patológico, así como los factores influyentes en cada uno de estos términos podemos darnos cuenta de que existen factores biológicos, psicológicos y sociales que pueden determinar la presencia de uno u otro tipo de envejecimiento.


Haciendo referencia a los aspectos psicológicos y sociales más significativos podemos decir que en el envejecimiento normal existe desarrollo o desintegración de algunos procesos psíquicos que pueden ser compensados, buen afrontamiento al estrés , teniendo en cuenta los factores estresores que se presentan en esta etapa ( pérdida de salud, limitaciones, aislamiento , soledad ...) , autovaloración positiva , sentido de vida optimista. En el envejecimiento patológico, en este sentido, se presenta la pérdida progresiva e irreversible de procesos psíquicos, mal afrontamiento al estrés, autovaloración negativa, sentido de la vida pesimista, sentimientos de soledad y abandono.


En lo social aparece como normal la sustitución y evolución de roles, apoyo social ( familiar y comunitario) , posibilidades de autonomía, contactos familiares amistosos, existencia de actividades productivas para el anciano, discrepancias intergeneracionales no disruptivas, mientras en el envejecimiento patológico se presenta la pérdida total roles sin posibilidad de sustitución , ausencia de apoyo social, dependencia involuntaria, inactividad, aislamiento, conflictos intergeneracionales, ausencia de contactos familiares amistosos.


Debemos, entonces, cuestionarnos cuánto podemos hacer para apoyar el desarrollo del anciano en esta etapa, cuánto podemos estimular al adulto mayor para que viva esta etapa llena de cambios desde una perspectiva positiva y enriquecedora y cuanto podemos influir sobre estos factores psicológicos y sociales para lograr la aparición del envejecimiento normal.


Carl Rogers, eminente psicólogo humanista hace planteamientos, que según nuestra opinión, resultan muy importantes, expresa que lo más valioso de la personalidad sería que el sujeto experimentara una consideración positiva incondicional de sí mismo, lo que no plantearía discrepancias entre su valoración y su necesidad de consideración positiva.


Se plantea entonces la necesidad, por todo lo anteriormente planteado y reflexionando sobre las ideas de Carl Rogers, del desarrollo de un proceso de educación en la tercera edad que permita el bienestar del anciano como un ser bio- psico- social, contrarrestando posibles representaciones pesimistas de sí, dirigido además a lograr una autoestima positiva, propiciar el autodesarrollo , la autovaloración adecuada.


Refiriéndonos a las funciones psicológicas del anciano y sus posibilidades de educación, sabemos que en la vejez ocurre que los procesos psíquicos se hacen más lentos, a causa de la merma neuropsicológica que se manifiesta en esta edad. Los trastornos de la memoria, las alteraciones en elpensamiento, la percepción son superados por el interés y la motivación que pueden tener para el aprendizaje, que puede manifestarse más lento pero indudablemente será más significativo para el individuo. Se deben tener en cuenta por tanto aspectos afectivos y motivacionales para el aprendizaje.


La educación en la tercera edad debe partir de que sea ofrecida a los ancianos para conservar su autosuficiencia, la adaptación social, forma de mantener el vínculo con el desarrollo social actual. Debe sentirse informado, como un hombre de su tiempo sobre la evolución del mundo actual. Se debe tener en cuenta la profundización en la búsqueda de métodos idóneos para trasmitir mensajes que enseñen y eduquen, ajustados a la vejez. Además de esto debe demostrarse que la posibilidad de aprender en el hombre existe a lo largo de la vida, en mayor o menor grado.


Mediante la educación en la tercera edad puede lograrse que el anciano se encuentre interesado en el futuro, que se sienta parte de la sociedad, con funciones y roles sociales. Los centros de salud , centros educativos , familias , comunidades son agentes importantes que en su interacción con el anciano pueden trabajar en su estimulación y preparación en esta etapa


Las universidades del adulto mayor tienen un papel fundamental en el proceso de educación del adulto mayor y en la actitud de este hacia la vejez. Buscan crear una cultura del envejecimiento a partir de oportunidades educativas y de autodesarrollo para la tercera edad y mediante este proceso de educación la concientización en el ámbito social del valor de esta etapa.


La educación en el adulto mayor debe ser una educación para aprender a vivir , este es el tema más importante, el desarrollo de las potencialidades humanas es la tarea principal. Analizar preguntas como quién soy, explorando el autoconcepto, cómo enfrentar los problemas es una tarea que no debe olvidar la educación en el adulto mayor.


Reflexionando sobre la base de las ideas de Gustavo Torroella González Mora comparto con él algunas preguntas que llevarían una respuesta importante para el anciano y que deben tenerse en cuenta al desarrollar el proceso educativo para la vida:
Quién soy y cómo soy.
Cómo debo afrontar y resolver los problemas y frustraciones en mi relación con el mundo.
¿Qué sentido u orientación debo darle a la vida? (objetivos, metas, valores)


Es importante que se vea el proceso de educación como posibilidad de lograr salud en el anciano tanto psíquica como físicamente, como la forma de legar elementos técnicos y fomentar en ancianos conceptos y pautas de conducta, derivadas de las propias discusiones, experiencias y confrontación con otros ancianos. Esto resulta de relevancia para la conservación de la salud en el adulto mayor. Es innegable que al presentarse un estado de bienestar físico el sujeto tendrá mayores posibilidades de experimentar bienestar psicológico que si está enfermo y viceversa, de ahí que la educación en el adulto mayor deba tener en cuenta varias esferas de trabajo.


La educación del anciano es una necesidad social y debe ir dirigida al desempeño de nuevos papeles y a la búsqueda de un nuevo espacio en la sociedad.


Conclusiones:




La educación en el adulto mayor constituye en nuestros días un proceso de gran importancia, con ella pueden lograrse un mejor estilo de vida en el anciano donde existan proyectos, esperanzas, conocimiento real de sus potencialidades, de sus valores y hasta dónde puede llegar. Permite preparar al anciano para llevar una vida más saludable tanto física como psíquicamente.


La educación en el adulto mayor permite la inserción del anciano en esa sociedad que un día construyó y de la que se siente apartado. Resulta un modo de lucha contra las representaciones que hoy priman de la vejez y que tanto los limitan, constituyendo así una necesidad de orden social.


La educación en el adulto mayor , una educación para aprender a vivir , es hoy una tarea de primer orden para todos aquellos que desde la familia , la comunidad , el centro de salud , centros educativos interactúen con sujetos en la tercera edad .

El miedo cala en la tercera edad





El caso de la donostiarra Rogelia Chivite, de 93 años, y el getxotarra Ildefonso Jiménez, de 83, los dos ancianos asesinados en sus casas en apenas una semana, han sobrecogido a la población y han puesto en alerta a las autoridades. En Sestao, el jefe de la Policía local, Carlos Alonso, impartió una charla el jueves destinada a los mayores en materia de autoprotección frente a los robos con fuerza. Las 200 personas que abarrotaban el pequeño centro social de la plaza Conde Balmaseda escucharon con atención sus consejos para evitar ser víctimas de robos en la calle, el banco y en sus domicilio.
«No estaríamos tantos aquí si no fuera por lo que hemos visto y leído sobre esa mujer y el hombre de Getxo», se sinceraba a la entrada Roberto, un sexagenario, mientras cerraba su paraguas en una tarde que no invitaba a salir de casa si no era para algo importante. Alonso fue directo y empezó su intervención por los robos en viviendas. Recordó que el difunto Ildefonso Jiménez vivía en una planta baja, por lo que aconsejó a los que tengan propiedades a ras de suelo «tener siempre las ventanas cerradas, las persianas echadas y poner rejas». Un comportamiento diferente si se vive en un piso alto, donde la atención debe concentrarse en la puerta: «Que tenga una buena cerradura y sea consistente», resumió.
A partir del segundo piso, sin embargo, la manera más fácil de entrar no es echando abajo la puerta, sino sencillamente tocando al timbre. «Por eso aconsejo que, aparte de no abrir a desconocidos, tengáis una cadena en la puerta para que nadie haciendo un gesto con un hombro o el pie pueda entrar en vuestras casas abusando de su fuerza», alertó el jefe de la Policía. Desde su experiencia profesional, tachó de «ilógico» el comportamiento seguido por los presuntos ladrones en los dos casos de asesinato de Getxo y San Sebastián. «Pensad que un caco lo que quiere es coger algo de valor y salir corriendo. El delincuente sabe que si le pillan en un hurto serán como mucho uno o dos años de cárcel o una multa, pero que la cosa cambia si se produce una agresión, y no hablemos ya de un asesinato». Carlos Alonso llegó a afirmar que «solo en uno de cada 1.000 o incluso 2.000» asaltos a domicilios se producen episodios de naturaleza violenta.
Aconsejó, por último, asegurarse de que los técnicos de las empresas de gas, agua o luz «lleven la identificación con su foto» y, en caso de duda, «despacharles para otro día y llamar a la central de la empresa para comprobar la revisión». Además, recordó que, aunque los vendedores «no son atracadores», se tenga cuidado con las pequeñas estafas a domicilio y la venta bajo presión, «donde nos pueden llegar a sacar 1.000 euros por un colchón que igual no necesitamos».
«Nunca deis la espalda»
La otra gran zona de peligro donde se pueden sufrir robos es en la calle. De hecho, el jefe de la Policía sestaoarra admitió que los robos al tirón se «han incrementado», sobre todo durante el verano, «ya que las cadenas y pulseras están más expuestas». Por eso insistió en tener precaución «con los extraños que se nos acerquen», y recomendó no llevar relojes y joyas de valor «a la vista». También puso el acento en una técnica de robo de carteras distrayendo a la víctima con preguntas sobre direcciones. «Nunca deis la espalda ni a quien pregunta ni a su acompañante».
Aparte de los tirones, la mayoría de los robos en la calle se realizan a mayores que acaban de salir del banco. Por eso aconsejó no sacar «grandes cantidades», comprobar que «nadie nos observa» y elegir los cajeros «en los que nos podamos encerrar». Como despedida invitó a la gente a tener en el teléfono de casa el número de la Policía y la Ertzaintza grabado en la marcación automática «para contactar más deprisa. Con pulsar el 1 estaríamos en marcha».

Claves para enfrentar los miedos principales que genera la vejez



Por María Paz Carvajal, El Mercurio

Chile

9 de abril de 2007


La soledad, las enfermedades y la disminución de los ingresos son algunos fantasmas que suelen rondar a la gente pasados los 50 años.

Envejecer con éxito exige tres pasos, según el reconocido psicogeriatra de la Universidad de Harvard, George Vaillant: asumir que es necesario cambiar lo que se puede cambiar, mantener la serenidad frente a lo que no se puede modificar y tener la sabiduría para notar la diferencia.

Sin embargo, la imagen negativa que esta sociedad pro-juventud tiene de la vejez, sumado a los problemas con los que a menudo deben lidiar los mayores, hace que a veces se vuelva difícil seguir esa recomendación.

Pero los miedos hay que combatirlos. "Hay que prepararse para ir ampliando y enriqueciendo la vida, no para cerrarla", dice la psicóloga y docente de la Universidad de los Andes, Beatriz Zegers. Aquí van algunas pautas para que, con actitud proactiva, pueda darse el paso hacia la adultez mayor con tranquilidad.

Enfermedad
La gente suele decir que le gustaría llegar a viejo en "buena forma", pero ¿cuánto se hace para favorecer ese bienestar? La actitud correcta , dicen las psicólogas, es tener responsabilidad por la vida, respetar los controles médicos y prevenir los factores de riesgo de enfermedades crónicas que pueden boicotear el anhelo de una adultez mayor plena. "Es difícil no tener 'achaques', pero no por eso debo restringir mi mundo. Puedo cuidar mi dieta y ser creativa para comer", dice Zegers.

Abandono
"Uno no llega a la vejez y abruptamente se queda solo", dice la profesional. "Si he cultivado las amistades y las buenas relaciones con la familia (hijos y hermanos), hay mucha menos probabilidad de terminar solo y de que la familia eventualmente se encargue de uno por real afecto y no por culpa".

Por eso ad portas de la tercera edad es esencial empeñarse en mejorar los lazos. Resolver situaciones pendientes y pedir perdón si es necesario. La cualidad esencial a desarrollar es la generosidad y solidaridad, absteniéndose de la constante crítica y el enjuiciamiento.

Pobreza
Ver reducidos los ingresos y no poder mantener el estándar de vida deprime a muchos. Más allá de la queja por el sistema previsional, es un hecho que hay que enfrentar con planificación, tal como se hizo para la educación de los hijos. Además de guardar con tiempo algunos ahorros, la sugerencia general es tener flexibilidad. Por ejemplo, empezar a desarrollar con antelación intereses y hábitos de entretención o de consumo que no sean tan costosos. Asimismo, estar informados y ser "busquillas", porque descuentos hay.

Cambio físico
Sufrir por un cuerpo más envejecido tiene que ver con cuánto la apariencia ha sido fuente de valoración y autoestima para uno, dice la psicóloga Carmen Paz Cortés. Una de las tareas de la vejez y de madurar como ser humano es trascender al cuerpo, trabajar la espiritualidad e ir desapegándose de valores transitorios como la belleza o el status socioeconómico. "Además, estas cosas pueden desaparecer en cualquier minuto, no necesariamente con la tercera edad".

Por no arrugarse, algunas personas hasta dejan de sonreír, cuando un adulto mayor jovial y lleno de nuevos intereses luce igual de atractivo, agrega.

Por eso hay que animarse a descubrir la belleza de quien ha estado satisfecha con su vida, dice Beatriz Zegers.

Busquen su nuevo rol en la sociedad y siéntanse valorados por ello.
Amor en la Tercera Edad
Cuando se arruga la piel y el cansancio de navegar por los años se refleja en los párpados, cuando la curva de la vida comienza a declinarse y miramos hacia atrás y vemos un largo camino recorrido, estamos cerca.
Cuando notas que tu pelo está gris, que de repente la música está muy alta y que en tus manos el tiempo ha comenzado a dejar indiscutibles huellas de su paso, hemos llegado.
Llegar a la tercera edad puede significar el fin de algunas cosas pero también la renovación o el comienzo de muchas otras….
Muchas veces la palabra amor se asocia a juventud…. Y acaso ¿no se ama también en la tercera edad? ¿No es posible enamorarse como un adolescente a los sesenta o sentir cosquilleos en el estómago ante la presencia de la persona amada?


                                                 

El amor es una combinación de sentimientos compleja que mezcla cariño, atracción, afinidad de pensamiento, interés. En la tercera edad, el amor se fundamenta en la espiritualidad y la entrega, aunque no debe prescindirse de la sexualidad.


La mayoría de los autores están de acuerdo en que a la hora de definir al amor, no estamos hablando de un sentimiento único o simple, sino que se trata de una suma de factores combinados: la atracción, el cariño, la afinidad de pensamiento, el amor superior.

El amor verdadero:

El verdadero amor no se apoya en lo físico, puesto que esta atracción es muy cambiante y depende de muchas variables, algunas externas. En cambio, sí se basa en lo espiritual, donde la relación se da a un nivel más profundo, soportada por los sentimientos y los pensamientos.

Esta espiritualidad requiere de un trabajo constante para perdurar y fortalecerse.

Cuando se llega a los 60 años o más, se ha aprendido a amar de verdad, de una manera más completa, que trasciende el enamoramiento y la pasión de los años jóvenes, donde son los instintos los que nos impulsan.

El amor de juventud es mayoritariamente sentimental o corporal, donde se busca la felicidad propia principalmente.

En la edad adulta, el amor madura y se transforma, debido a que se ha escapado al imperio de las pasiones y el romanticismo exagerado.

Las parejas de la tercera edad, han aprendido a compartir, tanto los buenos momentos y recuerdos, como las enfermedades, achaques y las pérdidas. A esto se suma la disminución física que trae aparejada una merma en las actividades. Todos estos factores favorecen el compañerismo y la cooperación de la pareja.


El sexo en la tercera edad:

La conducta sexual en la tercera edad depende principalmente del estado de salud y del estado emocional de la pareja. También hay factores culturales y de género que influyen en el sexo entre adultos mayores.

Para las mujeres es muy importante el estado afectivo y emocional de la pareja. En los hombres, tiene incidencia el tipo de actividad sexual que se mantuvo en la juventud, ya que si el sexo era relevante entonces, lo seguirá siendo en la vejez.

Los factores socioculturales adquieren mayor importancia en la sexualidad de las parejas de la tercera edad. También interviene la educación sexual que recibieron. Deben conocer los cambios físicos que determinarán cambios en la respuesta sexual. La información al respecto permite distinguir las reacciones naturales de las disfunciones.

Las etapas de la respuesta sexual se mantienen: deseo, excitación y orgasmo, pero experimentan una serie de modificaciones y algunas pueden superarse (falta de lubricación vaginal, o la pérdida de la erección). Estar informados facilita que se asista a la consulta ante cualquier problema.

El aprendizaje sexual se da a lo largo de toda la vida y es personal e intransferible, pero suele ceder el terreno a las presiones sociales que establecen edades y frecuencias a apropiadas. Por este motivo, en la realidad, son mucho menos las personas de la tercera edad que practican el sexo como desearían, cediendo ante la presión social que los obliga a adoptar un rol preestablecido. Lo cierto es que la etapa más activa sexualmente se da entre los 16 y los 25 años, posteriormente, van disminuyendo la frecuencia hasta desaparecer en la tercera edad.

Está comprobado que la práctica sexual ayuda a mantener la salud y la juventud. Una práctica sexual periódica y satisfactoria favorecería el aumento en las defensas.